24 de octubre de 2012

Hidamari Sketch x Honeycomb: Primeras Impresiones

Ha pasado cerca de un año desde que se me ocurrió rushear las tres temporadas y los respectivos especiales de Hidamari. Un año desde aquella agradable experiencia, esos muy bonitos cuatro días. ¿Saben lo que es el efecto snack? O bueno, para empezar, ¿saben lo que es un snack? Porque Hidamari Sketch es el anime-snack por excelencia, y necesitan comprender dicha analogía para estar en la capacidad de reconocer el potencial que tiene esta serie. Pringles y pockys son los bocadillos que con mayor efectividad han sabido corroer mi espíritu, ese sentimiento que sólo se experimenta cuando se es consciente de la pérdida definitiva de la voluntad frente a un estímulo, posiblemente la única convicción que deriva en una agradable tragedia: el no poder dejar de comer unidad tras unidad. Y tengo la certeza de que no estoy solo en el club de los derrotados por equis snack. Si por un momento nos imaginamos que cada título de anime es una golosina, Hidamari Sketch ocuparía el lugar de aquella que despierte ese impulso relacionado con nuestro respectivo bucle infinito. Uno no simplemente deja de ver el día a día de Yuno y compañía una vez que lo empieza. Honeycomb ha empezado con la misma magia de siempre, esa fórmula que combina en la medida adecuada los diálogos, el timing, los inside, los detalles gráficos del entorno, y la curiosa percepción del inevitable progreso que otorga el tiempo: Sae y Hiro se encuentran en su último año y esto implica ciertos eventos, pero a la vez algunos inminentes cambios que no tardarán en inquietar a Yunocchi, a nivel de preocupación, conclusión y resolución. El resto es el hocus pocus usual.

820hida

Oh, Miya-chan, no evoluciones nunca, por favor.