11 de julio de 2011

No.6: Otra Utopía no Transparente

No elegida en el primer rush, No.6 se me figuraba por alguna extraña razón como .hack//SIGN. En serio, no tengo manera de justificar esa primera impresión. Viene de parte de BONES, estudio al que recuerdo sólo por Fullmetal Alchemist, un muy buen recuerdo desde luego, pero más allá de eso, la sinopsis prácticamente fue leída entre líneas y al final ha sido una amiga la que me ha convencido de darle un chance, no cuestioné sus motivos, estoy seguro de que tampoco fueron los mejores, pero hay que ser sinceros, ¿cómo se puede decidir qué anime ver en base a un pequeño texto introductorio? Sobre todo cuando se sabe que la mayoría de veces estos exponen premisas que mienten. Lo interesante es que pese a ver releído la sinopsis, no llegué a absolutamente nada. El capítulo estaba descargado y ya estaba intrigado. De qué va entonces No.6, pensaba.



¿Alguien pensó Fractale al igual que yo? Pregunta boba, ¿alguien NO lo hizo? Y, con sinceridad, ¿alguien disfrutó Fractale lo suficiente? Lo cierto es que así como Kamisama no Memochou y Gosick tienen puntos similares, No.6 también presenta algunos elementos que hacen imposible la no comparación con el universo de Nesa y compañía. Pero de la misma manera como se muestra una ciudad utópica en la que todos pueden disfrutar de su vida sin preocupaciones (Shion y amigos) y al mismo tiempo trae consigo a un personaje (Nezumi) que revela desde ya, que la metrópoli esconde algo, que no es limpia, que está, de alguna manera u otra, corrupta; también tiene muchos otros factores distintos, por ejemplo para empezar, la velocidad con la que se desarrolla, detalle clave dado que no estuve muy contento con el ritmo que tuvo Fractale; o el hecho de que, en esta ocasión, la sociedad no ha perdido (todavía) el concepto de familia (como en Un Mundo Feliz), ni las condiciones de amistad; con lo que se asegura la interacción más natural con otras personas, algo que debería resultar más familiar y con lo que uno conseguirá identificarse (quizá) un poquito más.

No es que sea malo el que uno no consiga identificarse con un protagonista o con alguna situación, después de todo, al hablar de sociedades distintas, producto de la evolución de las ideas, es normal que los eventos que sucedían en el presente no sean los mismos que los que el guionista tiene preparados para su utopía. Por ello, más que preocuparse por la importancia de la proyección, al ver este tipo de animes, es de urgencia darle prioridad a la personalidad diferente de los habitantes de la zona. Esto es que, al ser personas que han crecido en un entorno distinto al actual, su comportamiento necesariamente va a variar; y apreciar ese cambio y ser testigos de la capacidad del autor para mantener esas desemejanzas como exponer un desarrollo dentro de esos parámetros es de lo más exquisito que se puede contemplar.

El anime tiene la costumbre de exhibir universos con reglas distintas al real, mundos en los que existen espers, viajeros en el tiempo o extraterrestres (sí, los ejemplos han sido tomados de esa serie), en donde los ninjas tienen misiones grupales y las chicas se transformas en guerreras mágicas al recitar un conjuro. No obstante, si bien uno se encuentra habituado a toparse con estos escenarios, todos ellos tienen algo en común: sólo distorsionan las características externas. Es decir, ninjas, exorcistas, demonios, samuráis, todos ellos se mueven bajo los conceptos de sus espacios paralelos, pero siempre dentro de las escalas de valores y conductas establecidos por la sociedad real. En Fractale y (tal vez) en No.6 hay algo más que cambia, no sólo es una ciudad futurista, sino que aquel avance tecnológico va de la mano de un crecimiento social, que transforma valores, formas de pensar, maneras de interactuar. Valorar la capacidad del escritor para llevar de forma correcta todos estos detalles es algo que se merece.

Pero qué sentido tiene hablar de una Utopía sin un agente distorsionador. La historia dejaría de ser historia y se convertiría en un documental encargado de mostrar las diferencias entre una y otra civilización, lo mucho que han evolucionado los pensamientos, la forma como se desenvuelven en ese futuro distante las personas y punto. Sólo exponer información no hace un buen anime. Tiene que haber movimiento, algo que alimente el flujo natural de los eventos, algo que descontrole la vida de los residentes de esa Utopía, que los sacuda y, de ser posible, revele que la vida es vida por no ser perfecta, que creer que lo es tiene que ser producto de un error, y si ciertamente es así, tiene que haber algo que se haya sacrificado cuyo valor es incalculable. Ese agente distorsionador es Nezumi, nada mejor que un criminal buscado para poner en movimiento los engranes de un relato.

El inicio me ha resultado, más que interesante, intrigante, pero como todo primer episodio se limita a ser una sinopsis animada en la que se presentan a los protagonistas, al entorno y al problema por el que se empezarán a jugar las fichas. Asumo que la clave estará en el ritmo con el que lleven la historia, el carisma de los personajes principales y la intensidad con la que la verdad detrás de la Utopía sea puesta en evidencia. Vamos, que esto puede ponerse bueno.