23 de agosto de 2011

Gundam 00 - A Wakening of the Trailblazer: Un Par de Pseudo Axiomas

Hace algunos años, cuando yo todavía era un joven en crecimiento, mientras discutía inocentemente sobre animes de robots y guerra, planteé, casi sin argumentos para sustentar la idea, los caminos que tendría que recorrer la humanidad para alcanzar la paz. No es algo en lo que solía pensar, de hecho, si los movimientos militares hubiesen sido mi afición, a esa edad no habría podido salir del concepto del más poderoso, por lo que claramente me encontraba influenciado por algo más. No recuerdo ya ahora cuál fue el agente que me llevó a comentar esas barbaridades, pero entretanto fue bastante simple hacerme entender que la paz final no puede ser alcanzada con conflictos armados, un tío mío planteó una proposición que en esos instantes no terminé de asimilar, una teoría basada en las actuales alianzas de los países, pese a sus motivaciones económico-comerciales, tienen un lado positivo: la gradual integración. Desde luego, el toque de ficción futurista se presentó cuando mi familiar me invitó a suponer un ataque extraterrestre, un motivo por el cual todos aquí en la Tierra decidamos unirnos y pelear por un fin en común, eso es, plasmó la necesidad de un objetivo compartido, de un trabajo en conjunto, de la comprensión mutua.

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No soy un experto en lo que respecta a películas que actúen como elemento concluyente de una historia. De hecho, si se tiene que partir por el punto de que un filme cuenta con un tiempo mucho más reducido para tratar un relato, y luego contrastarlo con el hecho de que el ambiente creado por las series Gundam siempre ha sido bastante cargado y complejo, o ésta es una decisión suicida en la que mucho puede salir mal, o es que los guionistas estaban preparados para tocar un tema puntual, eso es, que tenían el conocimiento de que no había mucho más que cerrar. Las dos temporadas que tuvo Gundam 00 sirvieron de base para esta última producción, pasando por un mundo en guerra, una organización dispuesta a detener estos conflictos, humanos evolucionados, y llegando hasta el despliegue de un ataque capaz de provocar el entendimiento real y profundo entre las especies, aunque por un lado ésta sería el arma más ghey jamás concebida, es la que, a su vez, tiene el efecto más devastador.

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Más que una sentencia que sirva de reflexión, el hecho de que comprender los reales sentimientos de los demás, eso es, no sólo entenderlos o conocerlos, sino que saber por qué los experimenta, cómo tratarlos, percibir lo mismo desde su punto de vista y actuar en función a eso para un fin feliz mutuo; sirva para detener la guerra, es prácticamente un axioma. Es una verdad innegable, los conflictos aparecen por no entendimientos, por intereses egoístas, por diferencia de poderes, por miedo a ceder, a conceder, a perdonar, por un temor a intentar, todo ello, todas esas acciones que queriendo o sin querer se realizan e incomodan a los demás, con motivos, factores que desencadenan, a mayor o menor escala, enfrentamientos. Sin embargo, lo curioso detrás de todo esto, no es el planteamiento de esta certeza, sino el modo en el que los creadores la han expuesto: la urgencia de evolucionar para poder alcanzar esta solución.

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Actualmente no somos capaces de leer nuestras mentes, no estamos conectados de ninguna manera, e incluso si pudiéramos hacer eso sería un atentado contra nuestra privacidad, por lo que eso no solucionaría nada. Otro punto a considerar en nuestro estado de homo sapiens sapiens es que no podemos separar la ilusión de comprensión sin que ello afecte nuestra individualidad. Las posibilidades de entender a la otra persona sin recurrir a la simplificación de pensamientos es bastante difícil; por lo tanto, si se busca mantener la complejidad, crear una red psiónica podría ser también una posibilidad. Es ahí donde la individualidad se ve dañada. Los innovator, a diferencia de nosotros son capaces de separar estos conceptos. Ellos no son uno solo, no es que estén siempre conectados, sino que simplemente pueden percatarse de las intenciones y motivaciones del otro, pueden percibirlo por instinto, por naturaleza. Más allá de la verdad indiscutible expuesta en el párrafo anterior, el verdadero motivo de reflexión vendría a ser esta necesidad de evolución para poder solucionar estos conflictos.


La animación es excelente, pero los eventos que suceden en la película no terminan de encajar, no son lo que uno se esperaría de la conclusión de Gundam 00. No se me ocurre un enemigo integrador que pueda reemplazar a los habitantes de Júpiter, pero como que no termina de calzar en la historia. Es como si la conclusión fuera acertada, pero el camino que se tomó para llegar a ella no fuera el ideal. Además, ya con el final de la segunda temporada uno podía por su cuenta inferirlo, por lo que lo que uno realmente esperaba como seguidor de la saga era ese ideal que no llegó. Fuera de ello, la batalla en el espacio fue violentísima, me recordó inevitablemente a Tengen Toppa Gurren Lagann, podía olerme la muerte de protagonistas en el último momento, pero esto nunca llegó, de hecho, fue bastante incómodo ver cómo todos morían excepto los Gundam, parecían intocables, pese a que sí los golpeaban nunca era definitivo. Para terminar, A Wakening of the Trailblazer llega al espectador de distintas formas, para un fan de Gundam que nunca ha visto alienígenas en las historias, para un exquisito de los mechas, aquellos que se inclinan por sci-fi, o para los seguidores directos de esta saga en particular. En lo personal, dado que el párrafo de introducción explica la forma cómo esta producción llegó a mis ojos, tengo que valorar lo que me ha aportado, aún así, estoy seguro de que siempre podré disfrutar de un final que no tienda a tergiversar la seriedad de una serie.