3 de octubre de 2011

Hanasaku Iroha: Conclusión y Bonboru

Un lugar en el que los sueños nacen sería bastante conveniente. Acusar a la inmadurez, a la distracción, a la falta de objetivos, a la ligereza con la que se toma la vida, o a cualquier otro motivo o circunstancia, el ser capaz de hacer concreto el futuro distante durante aquella etapa denominada secundaria resulta cuestionable e ideal. Diría que para mí fue muy difícil. De todas maneras, hay personas que a esa edad ya pueden elegir qué es lo que quieren ser para cuando sean un poco más grandes porque son conscientes de que no les falta mucho, tienen la capacidad de mirar hacia el horizonte con firmeza, demostrar su determinación con acciones y no con palabras, ser perseverantes, permanecer enfocados en sus metas, dejarse de rodeos, despegar, decidir hacer algo con la pasión necesaria para conseguirlo —tampoco fácilmente, obv—. Siempre voy a admirar a ese tipo de gente. Por ello, cada vez que me topo con un anime que toque estos temas —así tienda a las tangentes—, basta con que haga una corta referencia para que le gane un curioso y especial afecto, sea por el poder que tiene para avivar ese fuego dentro de mí, o porque simplemente me recuerdan cosas. Cosas buenas. Hanasaku Iroha pega en el blanco y arroja una nueva expresión que amenaza con volverse parte de mi ya retorcido argot: bonboru.

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Ohana pasó de ser una chica que renegaba de su entorno a alguien incapaz de comprender en qué punto su entusiasmo atropellaba las intenciones de los demás; esto, para luego ingresar a una etapa en la que, dominada la empatía, aún no sabía qué era lo que quería, qué ambicionar, hacia dónde canalizar toda esa energía que entonces aparentemente controlaba, tanto en el amor como cuando pensaba acerca de su futuro, muy al final, la menor de las Matsumae logró descubrir en dirección a qué quería caminar. O correr, que en los opening sólo se le puede ver moviendo con violencia las piernas, claro. Es una excelente protagonista que apenas empezaba a mostrar su potencial, aunque se entiende que en el punto en que se determina el objetivo y se madura, ya todo parece estar escrito y de eso se trata el final de una serie. Después de todo es muy difícil transmitir el esfuerzo que realmente están poniendo los personajes dentro de un anime, y mucho menos transmitir lo que realmente significan las dificultades que están atravesando y lo complicado que ciertamente es el camino. La idea es que Ohana se sobrepuso a las adversidades, creció y eligió. Punto.
//continúo actualizando//