2 de octubre de 2011

House MD: La Curiosidad Tiene Prio Sobre lo Racional

No es que House sea impredecible, ni que los espectadores se distraigan con la historia de fondo, mucho menos que uno espere algo distinto de su parte por alguna vez, que eso se sabe sólo llegará, o bien no; sino que justo ahora es preocupante pensar en lo que vendrá después. Con un final de temporada bastante crítico, en el que el doctor demostró una vez más cómo dar a entender que algo incomoda con estilo, el futuro se tornó gris para los que soñaban con un happy end. De hecho, las consecuencias de sus acciones jamás habían dejado tan en suspenso su destino como un atentado directo contra su estabilidad, eso es que hizo encallar su propio barco —aunque lo que literalmente hiciera fuese estrellar su auto, claro—, cerró su acceso al hospital, tanto como médico, como persona, y, con ello, las interrogantes sobre el camino que tomará y el cómo finalizará esta temporada —que podría ser la última— cumplieron con invadirlo todo. Qué es lo que quiere House para él, qué es lo que tienen pensado los guionistas, qué es lo que ansía el público y qué es lo que realmente sucederá. Pues puede y que sí sea un tanto impredecible.

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Este primer episodio no sirve más que para dar a conocer la situación en la que House se encuentra. Es entretenido porque el escenario es distinto al usual, efecto muy similar al visto cuando estuvo en el sanatorio mental, sólo que ahora se trata de una cárcel y está rodeado de asesinos y asesinos de asesinos. Como sea, sigue siendo Greg haciendo de Greg, esto es, conservando su lado racional, pero siempre dejándose llevar por su curiosidad y las ganas de salirse con la suya. Por supuesto que "curiosidad" es mi forma de decirlo. Lo que motiva al doctor es algo distinto a eso. No tiene nada que ver con el humanismo detrás de la medicina, como se preocupa por sugerir la médico de turno, y tampoco con fines de autosatisfacción. Es sólo un retorcido deseo por "resolver casos", por saber cómo acaba algo, pero con toda la magia del algoritmo, tanto con el paso a paso necesario y característico de los casos de House, como el final rebuscado de los mismos.

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En este sentido, los que pudieron ser sus últimos días en la cárcel están llenos de personajes cliché, más que nada porque es imposible crear seres singulares desechables —nadie se da ese trabajo—, lo que indica que, pese a la conclusión del episodio, al final la salida está asegurada. Aunque eso se sabe sin necesidad de ser un genio. Sólo hay dos aspectos rescatables de este capítulo, no porque el resto haya sido malo, ni mucho menos, sino porque esos otros eventos no van a afectar en absolutamente nada al desarrollo de los siguientes. Entonces, por un lado se tiene al House que, pese a los golpes recibidos —tanto literalmente como no—, continúa obstinado en no cambiar, en seguir siendo como es, con sus pro y sus contra —diversión asegurada a sus espaldas, pero nada de progreso como ser humano—; y, por el otro, el preguntarse qué le espera allá afuera, considerando la mención a las no visitas recibidas y a lo mucho que se ha apartado del camino del médico ejemplar.

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Dijo la doctora, según su expediente, House nunca solicitó un abogado para su defensa, eso es que se castigaba a sí mismo con el encarcelamiento. Qué tanto de cierto tiene eso, pues no tengo la menor idea. Sin embargo, si en realidad sí fue así, ¿habrá bastado?