Tal como pasó en Castle, el cierre de la temporada previa incluyó una confesión de amor; curioso que, a diferencia de Becket, Yuuji sí no recordase nada más allá del movimiento de labios de Shana. Pero bueno, eso ha servido para que toda esta segunda parte de la historia esté cargada de una atmósfera de comedia romántica-slice of life como pocas. Mientras que la primera etapa de Shakugan no Shana tuvo varias batallas y distintos Tomogara a los que derrotar, la siguiente entrega se dedicó casi durante las dos terceras partes de su totalidad a la genial competición entre la protagonista in flames y Kazumi. Sin el tipo de acción que indicase que la serie se dirigía hacia algún sitio, únicamente sazonada con esporádicos trozos de información sobre el gran plan que Bal Masqué se preocupaba por ejecutar. Nada acerca de lo cual preocuparse, el pique que toman los hechos cerca del final supera cualquier expectativa desgastada. Además, finalmente le di un sentido a los fuzetsu.
En resumen, el objetivo de Bal Masqué era dar vida a un supAh Tomogara aprovechándose de la energía arrojada por su isla-base-castillo durante la batalla final de la primera temporada. Para ello, requerían de una serie de elementos y condiciones, por ejemplo, necesitaban contar con el reiji maigo como motor, así como hacer uso de las habilidades de Hecate como sincronizador, pero, dado que esta vez no querían que el mystes estuviera en medio, hicieron uso de un contenedor llamado Fumina, quien sería la compañera de clases de Shana y compañía, esto es para generar los recuerdos y emociones que llenaron a la priestess la vez anterior. Agregándole el sello implantado dentro de Yuuji y el ataque de Sabrac, el plan en sí, claro que era perfecto, salvo por el hecho de que no habían tomado en cuenta los efectos secundarios de "el crear lazos". Es irónico porque justamente aquello que se supone era el poder, la clave de la victoria y lo más desconcertante tanto dentro del anime como para el resultado externo del mismo, es lo que hace que todo se derrumbe a último momento.
Con el resultado externo del anime me refiero al cómo el público puede haber sido capaz de ver lo presentado en Shakugan no Shana Second. La curva de desarrollo es única y se define como slice of life en más de la mitad para luego entrar en un violento y abultado —pese a que aparente ser lo justo— final. Para ser precisos, no es que se sienta que todo va estúpidamente rápido como en Code Geass R2, sino que pareciera que se usaron demasiados capítulos en presentar a Konoe. Entonces, como espectador puedo llegar fácilmente a una de dos conclusiones: o bien estar maravillado por el clímax de la historia, intenso como ninguno y cargado con toda la acción que se extrañaba al principio, eso es, compensado; o de lo contrario, un tanto descontento por el tiempo desperdiciado al inicio y que todo se haya resuelto demasiado rápido. Esto último puede apoyarse en el hecho de ver cómo un plan que prácticamente duró veinte capítulos, se desmorona en sólo un par y sólo gracias a un flashback. Aún así, considero que, dejando de lado esa ridiculez, la batalla real se ve librada en el interior de Yuuji —aunque su crecimiento es lo más torpe que he visto—, y en el cruce de los anhelos de las dos chicas enamoradas. Es la conclusión que involucra a estos dos aspectos lo que hace que esta segunda temporada sea tan genial como muchos se inclinan a creer.
Sobre la explicación del fuzetsu, el problema radicaba en que el acceso desde el exterior es imposible asumiendo que el tiempo se congela localmente. Sin embargo, nunca tuve en consideración el cómo el universo de Shana juega tanto con la palabra "existencia". Justamente un fuzetsu cumple con alejar la existencia de una zona del resto del mundo, eso es que mientras un lugar se encuentre congelado las personas en el exterior harán como si eso no existiera, mientras que los que están dentro libran su propia batalla y los flame haze del exterior no se verán afectados en lo más mínimo. Supongo que para entender esto mejor tengo que citar lo escrito en la entrada anterior. Pensándolo un poco ahora lucen como disparates de un tipo con mente cuadriculada.
