19 de octubre de 2011

Kamisama no Memo Chou: Ayaka y las amapolas oblongas

La necesidad de usar el concepto de NEET en Kamisama no Memo Chou permaneció en el misterio. Alice se encargó de resolver uno a uno todos los casos con la retorcida presencia de mafias dirigidas por jóvenes de cabello puntiagudo y el apoyo de un equipo repleto de desatendidos amantes del ramen y un everyman cuya mayor habilidad era ser lo suficientemente bueno siguiendo órdenes como para merecer estar al lado de la pequeña —y sí, su grado de compromiso y sus ideales personales también le favorecen—. Quizá los elementos de la serie no lucen tan cuadriculados como los menciono, pero es cierto que el ambiente en el que ocurren los hechos es como que bastante aceitoso. Por alguna extraña razón no consigo encontrar otra palabra. Esta característica más o menos buena va mejorando conforme el final se acerca, gracias al casi refrescante capítulo del partido de béisbol como al último arco, el cual deja una excelente impresión —a pesar de lo predecible que fue—.

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De todas maneras, Victorique wins.

El último mensaje de Ayaka se merece más que una entrada de cierre de la serie. Es evidente que el que la líder del club de jardinería se haya sobrepuesto en el último segundo a la droga ante la que nadie pudo hacer nada es más idealista que cualquier otra cosa. Sin embargo, aceptando este comportamiento, diría que se alcanza a compensar la ausencia de una muerte que implicaría un bad end con la explícita señal de la recuperación de la joven al final del episodio: personalmente en ese punto no me hubiese gustado perderle. Por otro lado, los otros dos puntos a resaltar serían el casi sacrificio de Narumi al consumir la droga sólo para acercarse un poco más a la conclusión del caso; y la escena en la que dan con la base del enemigo, el desequilibrado jefe de la organización y la exposición de sus nada productivos planes, así como también el destino del hermano de Ayaka en manos de Fujishima. Es cuestionable porque no importa qué tanta curiosidad tenga uno con respecto a algo —y esto es lo que diferencia a House del resto de drogadictos utilitaristas—, Hakamizaka contaba con la genialidad para alcanzar algo grande y bueno, en lugar de ello, dio inicio a un experimento destructivo y pereció ante su misma creación. El error está en lo que claramente se aprecia en la realidad, bajo la mirada de una persona libre de químicos en su organismo, aquella habitación repleta de gente moribunda y una vida propia; por supuesto que bajo los efectos de la droga la gratificación que encuentra el científico existe, pero no es real, y esa incongruencia es el problema. Aunque claro, se supone que la realidad se moldea en función a la percepción, pero también se puede agregar el "no a la de unos cuantos".

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El salto de Ayaka desde el edificio escolar no sólo cumplió con dejarle un genialoso recado al protagonista, sino que, de alguna manera u otra, le permitió salvarse a sí misma, eso es que, la consecuencialidad se presentó de tal manera, que el hecho de haber conocido a Narumi y haber fortalecido sus lazos, implicaría la oportunidad de permanecer con vida aún luego de la tormenta.