6 de enero de 2012

Chihayafuru: Por ti seguiré

Hey, he conseguido ser el mejor en karuta!, un maestro me dicen, ahora que soy el primero nadie podrá ganarme nunca jamás". Entonces, parálisis a la mitad del cuerpo. "¡Vamos, esto me ha agarrado desprevenido, pero no importa, puedo sobreponerme, aprenderé a jugar con mi mano izquierda y seré el más fuerte!". Bang, alzheimer. La verdad es que el final de la historia del abuelo de Arata es una real patada en donde más duele. Es como si los animes se coordinaran y obligaran a tocar el tema del destino, particularmente uno muy oscuro. Por otra parte, Chihaya y compañía se encuentran en la entrada del Omi Jingu, una especie de base central de operaciones en donde se reúnen todos los más poderosos jugadores de karuta —aunque esto suene más a torneo de Pokemon o de Beyblade—. Entre nervios, roces hasta este punto incomprensibles, presión fundamentada y anhelos visibles, dulces y caóticos, los nacionales dan inicio justo cuando la miembro de mayor nivel del equipo empieza a sentirse retorcidamente mal. Presagios, dificultades, flashbacks, ¿es relevante? Y éste es sólo el inicio.

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Encuentros, encuentros everywhere.

Cuando Chihaya y Taichi fueron a visitar a Arata luego de tantos años se encontraron con un joven completamente cambiado. Quizá al principio no lo entendían, después de todo siempre será difícil adivinar el tipo de catástrofes que tienen que haber ocurrido para dañar de esa manera a una persona, y, con ello, también suele ser igualmente complicado el superar la barrera de los recuerdos, aquella imagen grabada que se tiene de alguien a quien no se ve hace cierto tiempo y que genera una defensiva reacción de negación ante una alteración adversa como la presentada. Sin embargo, luego del abreviado relato —en ese momento— sobre lo sucedido con el abuelo de su ex compañero de clases, había que ser tonto para no comprender lo inadecuado, inoportuno, insensible e, incluso, poco educado que resultaba insistirle al dolido muchacho. Lo curioso es que, sólo gracias a esa torpeza e imprudencia características de Chihaya, se le otorgó al desorientado Arata la oportunidad de reflexionar acerca del camino que había tomado luego del accidente de su maestro. Cómo olvidar lo que la karuta le hacía sentir. Por qué haber dejado de lado aquello que tanto amaba. ¿Fue realmente culpa del juego el que su abuelo haya fallecido? ¿Ciertamente este presente era lo que habrían querido para él? ¿Sin karuta? ¿Sin ese brillo en los ojos con el que alguna vez contó? Entre recuerdos, con contrastes y como conclusión, la entrada de Arata a la habitación en donde se libraba el primer encuentro del torneo nacional por equipos expone el resultado de sus razonamientos: sí, amaba el karuta; sí, lo del abuelo le dolió muchísimo; sí, decidió castigarse porque se sentía culpable; pero, por sobre todo ello, era un hecho que su abuelo no había querido esto para él y que, a la vez y en definitiva, sí, todavía ama a la karuta.

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La manera como se está trabajando el desenvolvimiento de Chihaya es cuestionable. Se supone que es ella la integrante más fuerte del equipo Misuzawa, pero durante los últimos dos encuentros, si bien no ha sido el eslabón más débil —cofcofkomanocofcof—, no ha sabido llevar con responsabilidad ese peso que su condición le amerita. La primera vez, la razón de su pobre desempeño se debió a su desordenado estado mental, producto del descontento de Desktomu-kun, la confusión casi desencadena la prematura derrota en la semifinal del torneo local. En esta ocasión, una fiebre no confirmada —pero no debería ser arriesgado el arrojar ese diagnóstico— es la que deja fuera de combate a la bishoujo. No es que esto sea precisamente malo, si hasta tiene su utilidad: no desgastar los superpoderes de Ayase-chan; aún así, la serie empieza a inclinar la balanza con excesiva violencia hacia las relaciones entre personajes y sus respectivas historias descuidando la calidad de los encuentros mismos de karuta. Con esto no se quiere insinuar una preferencia por una u otra manera de llevar la historia, ni mucho mejor sugerir que esto hace menos disfrutable al anime —que sigue siendo de los mejores que vienen de la temporada pasada imo—, sino tan sólo se desea dejar indicada que la tendencia de la serie es distinta a similares como Saki o Tenisu no Ojisama. La pregunta es si esta predisposición se debe a la poca estrategia o variedad de situaciones que ofrece una partida de karuta —lo cual sería severamente negativo y espero se resuelva inclusive con ficción de ser necesario—, o si se están guardando lo mejor para más adelante, o si la karuta es solamente una herramienta para canalizar el poder espiral —o sus sinónimos: espíritu de lucha, bonboru, perseverancia— de los protagonistas.

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Lo que no puede pasar desapercibido es la importancia del triángulo amoroso en la historia. Si Chihaya podrá en algún momento dejar de ver a Taichi como un niño, o si la admiración que siente por Arata se transformará en amor en algún punto —si es que no lo es ya—. De todas maneras, y no sé si alguien más se lo ha preguntado, ¿qué sucedió con la novia de Mashima-kun? Y, sobre términos más recientes, ¿esa tipa con la que Chihaya se cruzó en las escaleras del Omi Jingu será el last boss? Como fuese, todo es mejor con Wataya-kun en escena, ¿no lo es?