28 de mayo de 2012

De Brood War a Starcraft II - Parte I: En lo personal

Me gustaría que, de alguna manera, me convenciese de que soy capaz de plasmar en los próximos párrafos todo lo que Brood War significa para mí. Quizás no sean palabras que salgan del fanático más grande, o del seguidor más antiguo, ni mucho menos del máximo conocedor ni de la historia, ni del metagame, ni de la realidad en la que se mueve la proscene en Corea, pero por supuesto que sí del corazón sincero de uno de los muchos espectadores que se sienten entre agradecidos y felices de haber descubierto y disfrutado de este título de Blizzard, mas innegablemente tristes y frustrados al ver cómo el tiempo pasa, las modas cambian, la tecnología evoluciona y ciertos juegos se reemplazan. Es complicado, de verdad, poder determinar a consecuencia o por culpa de qué se presentan estos hechos, además de que, en un punto del debate, esto se torna desde vano hasta necio. La realidad es clara, Starcraft II ha venido para intentar ocupar el lugar que la expansión del Starcraft original se ganó en el país asiático y en mis indicadores de cariño.

bw

La fidelidad es mucha, el tributo es tan necesario como la tolerancia, la esperanza y la aceptación.


No sé si lo he comentado ya en este blog, pero la primera vez que jugué Brood War fue en el 2001 y no tenía idea de lo que tenía que hacer, se entenderá que intuitivo o sencillo no llega a ser ningún RTS. Fue un versus contra mi primo, él usaba a los protoss y yo, bueno, no se me podía pedir que eligiera basado en algo, le piqué a aleatorio y me tocaron los zerg. Perdí porque sólo producí overlords y cuando me atacaron con zealots no tenía nada para defenderme. True Story. Pasaron unas semanas después de eso, los terran me agradaron más la segunda vez que me enfrenté a mi mismo primo, supongo que porque su árbol tecnológico me resultó más evidente. Aquella segunda oportunidad conseguí ganar. La partida fue larguísima pese a que sólo hubo una batalla, prácticamente estuvimos más preocupados en descubrir edificios y unidades nuevas que en una estrategia en particular. Mi familiar me confesó haber perdido porque usó una psionic storm sobre sus tropas pensando que era algo bueno. La tercera vez que jugamos, recuerdo haber ganado también, pero en esta ocasión la victoria fue menos clara. Hay que señalar que no sabía usar bien el minimapa, ni la opción de ataque a zona —las bases del 1a2a3a4a5a—, así que puede que la realidad difiera del escrito en este punto. Fue confuso porque el encuentro acabó en un trade en el que aparentemente yo destruí más rápido los edificios enemigos. También, ese día produje mis primeros tanques y su modo asedio. Luego de este tercer juego, me topé de cara con el tutorial terran del modo campaña, perfecto para entender qué eran —recién— los depósitos de suministros y las barracas. En el 2001 yo tenía 12 años, no contaba con ordenador en mi casa ni experiencia en juegos de PC, mi aprendizaje fue así de lento hasta que adquirí mi primera computadora unos meses más tarde.

wall1-1920x1200
Sí, ya lo sé.

El primer punto de quiebre lo marca la invitación del amigo de mi primo para jugar contra un tipo que trabajaba en un cibercafé quien supuestamente era muy bueno en el Starcraft. Resultó ser cierto, nos pateó a los tres juntos estando aliados. Por esos días yo ya usaba a los protoss. Me parece que el cambio se originó cuando unos desconocidos de las cabinas a las que íbamos —y esto es un flashback— le mostraron a mi primo que los probes podían convocar y continuar moviéndose, además de aconsejarle el uso de las hot keys, aquellos detalles me resultaron imba por esos días en los que ser noob cobraba un significado especial, así que en lo sucesivo cambiaría de raza permanentemente. Entonces, aquel sujeto que nos ganó a los tres usaba a los terran, le gustaba jugar en mapas con mineral infinito, editar sus propios mapas simétricos, embollarse con tres hileras de torretas y milochomil tanques en asedio, minas y búnkers en su entrada, y rematar a sus enemigos con bombas nucleares. Massomenoss eso, pero estoy seguro de que nos subestimaba muchísimo. No puedo decir que él fue quien me enseñó a jugar, porque antes de "la gran pausa", jamás supe qué era un BO, ni qué decir sobre timings ni partidas en mapas pro con carreras de expansiones, pero definitivamente fue el que me instruyó lo suficiente como para descubrir la importancia de la economía en el juego y con ello poder ganarle a todos los que rodeaban: familiares, compañeros del colegio, CPU en melee —oh, los pequeños retos de esos días—. El 2002 fue el año en el que más disfruté Starcraft como noob que era, ganando sólo porque mis rivales no producían tantos trabajadores como yo, o porque yo era más rápido consiguiendo el límite de carriers. Soy consciente de que muchos versus quedaron pendientes, la costumbre por esas fechas eran las partidas multiplayer, las cuales se disfrutaban a su manera, pero, por obvias razones, no servían para sentenciar quién era el mejor. Aquellos fueron días dulces en que se descubría cada día algo nuevo, hasta la gran pausa.

No jugué nada de Starcraft desde mitad del 2003 hasta finales del 2008. Aquello que me trajo de vuelta fue la final entre Iris y GGPlay que vi en youtube, ellos jugaban a un nivel muy diferente al que yo había alcanzado o siquiera imaginado a mis catorce años. Los ojos me tienen que haber brillado, la temperatura de mi cuerpo debía tender a la contradicción en ese instante, aquello fue amor a primera vista y sí, me refiero a mi primer contacto con la escena profesional en Corea. El 2009 marcó mi retorno definitivo y los días en los que finalmente empecé a codearme con jugadores de otras partes del mundo, empezado en los servidores de Hamachi, pasando por Garena y terminando en iCCup. La forma como veía las partidas por esas fechas no tenía nada que ver con lo que recordaba del 2002. Se trataba de un redescubrimiento del juego, de comprender qué significan las siglas RTS, de sorprenderme nuevamente con todo lo que era capaz de aprender cuando se suponía que ya lo sabía todo. Y, sin embargo, no, no sabía nada. Voy a ser sincero, jamás fui el mejor, tampoco el peor, pero llegué a un estado en el que mis conocimientos teóricos, consecuencia de la ingesta de VOD, replays y lectura de guías, eran ampliamente superiores a mi dominio en tiempo real de Brood War. Esto provocó que fuese cada vez más capaz de disfrutar viendo a otros jugar, que intentando participar a nivel competitivo —a nivel amistoso siempre es divertido—. Y así ha sido hasta el día de hoy.


He sido mucho más descriptivo al inicio que al final, tal vez porque lo último guarda mayor relación con una realidad común y no una tan personal como aquella fase de novato. Cuando pienso en los juegos que más me han gustado en toda mi vida, siempre menciono los mismos: Super Mario World, Starcraft, Worms y Super Meat Boy. Podría agregar otros —que hay bastante más—, pero esos son los títulos que no me cansaría de repetir. Brood War es más que sólo un juego para mí, no en el sentido de ser un deporte por el detalle competitivo y la disciplina que se muestra en Corea, sino que cuando rememoro aquellos primeros días, la ansiedad que se me cargaba al ir avanzando a través de la niebla de guerra, o construyendo una unidad que antes no había producido, regresa a mí. El cariño que le agarré en el 2002 fue severamente potenciado por todo el universo adrenalínico que resulta ser Starcraft en su escenario profesional. Ambos sentimientos son únicos, interesantes y, de alguna manera u otra, se complementan. Ésta es, pues, mi historia con Brood War y el primer punto que quería tratar en lo que va a ser una serie de entradas sobre lo que la transición hacia Starcraft II está significando tanto para mí, como para los fans y progamers.