31 de mayo de 2012

Hyouka: Watashi, kininarimasu!

La gente parece tomarse muy en serio lo de you only live oncea.k.a. yolo—, algo así como un movimiento carpe diem convertido en meme. Por supuesto que esto no es reciente, ni como idea ni como agente de estigmas sociales. Sobre esto último, y al igual que todo prejuicio moral, puede presentarse de manera más o menos acertada en su concepción y conclusión, pero siempre errónea en su razonamiento intermedio. Es decir, y evitando citar límites ni de un lado —partidarios de yolo— ni del otro —los que no viven la corriente, que no son precisamente los mismos que no están de acuerdo o no se lo toman en serio—, toda frase hecha que invite  a reflexionar es definitivamente tolerable, pero pierde dramáticamente esta condición cuando es utilizada para rechazar por defecto a un grupo que no comparte la misma opinión. "El mundo se mueve tan deprisa. ¿Por qué tienen que esforzarse tanto? No, eso no es un problema. ¿Pero por qué tienen que intentar moverme a mí?"; la forma de pensar de Oreki-kun es, por lo anteriormente mencionado —y aunque suene cansino—, válida, ya que de por sí no le convierte en una buena o mala persona entretanto no se dedique a obligar a otros a  comportarse como él, ni —lo más importante— caiga en extremos —si no tengo que hacerlo, no lo haré; si tengo que hacerlo, lo haré rápido—. Por ello, cuando visitó el club de literatura clásica y conoció a Chitanda-chan, la causalidad y el destino se rieron de él en silencio. Vaya broma le habían preparado.

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IMO, no hay otra imagen de Hyouka que plasme mejor la relación entre esos dos.

La anterior cita no ha sido textual, pero resume casi perfectamente la mentalidad de Oreki, un perezoso anti-yolo por excelencia. Estando escribiendo este artículo pasado el capítulo seis de esta serie escolar, en el que se mencionan los pecados capitales, uno ya puede afirmar con total certeza que el protagonista masculino es plenamente consciente de su falta de energía para vivir, que si en algo pone esfuerzo es en no hacer nada. También se puede pensar acerca de cuál sería el mundo ideal de Houtarou-kun, aquel en el que no existan exigencias de ningún tipo y todo se resuelva automáticamente, pero, además, en donde ni siquiera los placeres se encuentren saturados. Aquella distribución de sus intereses —si es que se le puede llamar así— que combina el desgano con la ausencia de un espíritu hedonista, no hace sino levantar una serie de cuestiones con respecto a sus verdaderas motivaciones para vivir. Qué le impulsa a levantarse de su cama cada día, ¿es realmente porque es inevitable? Inevitable en el sentido de ser una actividad mínima requerida para la supervivencia, determinada así tanto por la evolución, como por el sistema socio-económico actual. Aún sin explorar esquinas más escondidas de su mente, ¿es Oreki un joven deprimido? En realidad, muy aparte de la innatural falta de vigor para su edad, el muchacho luce saludable tanto en mente como en cuerpo. No, no es depresión, es una mera convicción. Una convicción que luce gris incluso para el everyman más estándar del universo, aquel estereotipo de adulto promedio con estudios, trabajo, vida y proyectos promedios. Pero Houtarou cuenta con una habilidad interesante, una capacidad de deducción al nivel de Victorique de Blois, aunque esto no haga sino convertirlo en un desperdicio de mente brillante.

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Cuando la causalidad y el destino decidieron que sería divertido hacerle bullying a Oreki se preguntaron cuál sería el ataque maestro, el definitivo, y entonces le presentaron a Chitanda. La protagonista femenina de Hyouka es un amor de persona, una chica dulce, de buen corazón, inteligente, calmada y con un sentido del olfato sobrehumano. Literalmente. En adición, Eru-chan tiene una característica que, digámoslo de la siguiente manera, se presta para enredar a Houtarou y trasladarlo a un universo de entero dolor y sufrimiento —aunque en el fondo todos sabemos que le gusta—. Es infinitamente curiosa. Y de su curiosidad surge la insistencia. Una insistencia tan infinita como su curiosidad. Watashi kininarimasu! o, en español, estoy intrigada es la frase que trae consigo la condena del día. La idea es que su curiosidad se convierte en una necesidad que debe ser atendida con urgencia, y, de alguna manera u otra —cofcofculpadefukubecofcof—, el único quien puede ayudarle es el perezoso Oreki-kun, capaz de deducir a través de un razonamiento en ocasiones más rebuscado que meticuloso, o al revés, aquellos pequeños misterios hechos grandes dada la poca información que suele facilitar la joven y también a lo difícil de contentar que es. No es que Chitanda sea precisamente su opuesto, no se trata de una estudiante particularmente hiperactiva, mucho menos alguien preocupada por sacar a Houtarou de su mundo gris, no existe nada que justifique su actuar salvo su propia naturaleza; no obstante, tampoco se trata de que Oreki sea muy persuadible, después de todo, alguien que se levanta cada mañana sólo porque es inevitable no tiene por qué consentir los caprichos de una casi desconocida si no lo desea, mucho menos si esto rompe sus convicciones, sus principios, si altera el estilo de vida que ha estado llevando durante tantos años, no, esto tiene que ser obra de una entidad superior, o como mínimo de un poder del calibre de aquellos graciosos llamados causalidad y destino responsables directos de esta incómoda situación. Chitanda tiene la persuasión en la mirada. Una vez que sus ojos brillan el resultado no va a cambiar, ella va a tener lo que quiere, aún más poderoso que el geass de Lelouch, aquella irresistible habilidad apta para convencer incluso al apático cansino-kun, y aunque el resplandor de su mirada no sea más que un recurso visual para comprender la magnitud de su curiosidad y la fuerza de la seducción con la que cuenta, las consecuencias permanecerán allí pese a que se retire la metáfora. Básicamente, aquella curiosidad, junto a la persistencia y la capacidad de persuasión son lo que hacen tan intensa a la aparentemente apacible muchacha. Básicamente es eso lo que la convierte en la pareja ideal del joven protagonista: el ser la llave para hacerle despegar.

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Personalmente disfruto mucho de la dinámica que genera este dúo. Sobre todo porque presenta una fórmula un poco distinta a lo que últimamente me he cansado de ver en los anime de estreno, todo esto sin descuidar lo que más me vende, el moe. Las diferencias que me han pegado más fuerte han sido, en primer lugar, la ausencia de un harem alrededor del protagonista, pese a que hay otros dos personajes más y una chica adicional entre ellos, no existe un vínculo emocional —y no es que siquiera lo haya en función a Chitanda, no estoy viendo parejas donde no las hay, todavía—, innecesario sobre el personaje principal. El rechazo que siento hacia las series harem es mayúsculo y sólo se ve apaciguado cuando el humor compensa lo absurdo y grotesco tanto de las escenas como del contexto en general —oh, por favor—, pero eso sólo demuestra lo mucho que me he alejado de ser el target ideal del género escolar —ya no soy un adolescente y esto hace mucho que ha dejado de ser parte de mis fantasías más rebuscadas, lulz—, así que cada vez que algo rompe esa norma, me siento tan contento como agradecido. Lo que refuerza este sentimiento es el saber lo que siente Ibara-chan por Fukube, el candado decisivo que finaliza cualquier teoría fanboygirlesca referente a un triángulo amoroso. No. Nada de eso. Nada de eso, por favor. En segundo lugar, lo genéricos, pero no tanto que son cada uno de los cuatro miembros de las aventuras pseudo-detectivescas, conservando muy dentro de sí las cualidades más usadas. Es increíble que no me atreva a mencionar un estereotipo en ninguno de los cuatro casos, y el que me vea forzado a realizar una descripción para cada uno haciendo uso de comas y puntos no hace más que darme felicidad. Por último, la falta de fanservice de tipo pícaro con tendencia vulgar —imo— es algo por lo cual dar las gracias también. No es una serie que necesite de eso, simplemente no lo pongan. Well done. Entre otros detalles, sobre el factor moe, cada personaje tiene su encanto, si tuviera que elegir a uno favorito sería Eru-chan desde lejos, pero gracias a los diseños de KyoAni, es un placer ver a todos en acción. Por cierto, la música es remarcable también, con esa magia requerida para no sólo tolerar, sino ayudar a sumergir en la atmósfera deductiva tan cargada de diálogo y, sobre todo, de datos yendo y viniendo, se agradece al OST y a la animación en general por apoyar la digestión saludable de estas escenas.

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Ésta ha sido una entrada introductoria al universo de Hyouka en la que claramente me he enfocado por describir ligeramente a los dos protagonistas de la historia. Este mes de mayo he abandonado un tanto al blog por motivos personales que no pretendo ni mencionar ni justificar, por lo que no he podido escribir sobre las series que estoy viendo tanto como me hubiese gustado. Sé que la mayoría de ellas se encuentran en su recta final, algunas tienen asegurada una segunda temporada, otras siguen de largo, pero la mayoría termina en junio o a principios de julio. Pretendo crear tantas entradas como sea posible de las cuatro series que más me han gustado: Hyouka, Fate/Zero, Eureka Seven AO y Sakamichi no Apollon. Pese a que estoy siguiendo muchas más —en serio, pueden ver mi lista de animes, que si bien no está actualizada juro que no he descuidado la mayoría de esos títulos—, es comprensible lo inhumano que resultaría si me propusiese bloguear todas, más que nada si deseo mantener al menos este nivel de complejidad —sé que es menor al de entradas pasadas, pero es, a su vez, mayor al de las páginas de una línea en las que sólo describía una opinión como en Twitter—. Finalmente, agregar que esto no significa que no vaya a comentar sobre los otros animes, es sólo que no me obligaré dedicaré a darles un seguimiento aplicado. Ojalá y todo el mundo adore a Chitanda y a Oreki tanto como yo.