Si alguien me preguntase cuál es el anime que recuerdo con mayor cariño, respondería sin dar lugar a dudas que Cardcaptor Sakura, que por mucho que otras series de mi niñez salten a mi mente tales como Dragon Ball, Saint Seiya, Captain Tsubasa e incluso Samurai Pizza Cats, ninguna de ellas se compara con lo que, en su momento, la historia de Sakura Kinomoto y las Clow Cards me hicieron sentir. Incluso ahora, los rezagos de su efecto me siguen alterando con facilidad, a mis 21 años, La Carta Sellada (The Sealed Card) me ha hecho rememorar todo aquello que experimenté cuando tenía 13.
Porque, rayos, sí, parecido a lo que me sucedió con el OVA de cierre de Rurouni Kenshin, no había visto la película de conclusión de CCS sino hasta hoy.
Si Dragon Ball cumplió influyéndome toda la época primaria de mi educación, reemplazando mis robots y mi adoración por los efectos en cadena por juegos de pelea, historias de combates y poderes especiales; Sakura habría de crear el universo rosa en el que me moví desde mi tardía pubertad hasta casi cumplir la mayoría de edad. Casi en paralelo me enamoré tanto de su historia como de aquel primer amor adolescente y, junto con los momentos de Shaoran y la pequeña Kinomoto, soñé con quizá alcanzar aquel escalón desconocido por primera vez en mi existencia.
El 2002 siempre será mi año más querido, de inicio a fin.
En doblaje latino porque es así como tiene que ser.
Pese a que todavía no contaba con una PC ni mucho menos con la manía de ir a Internet seguido, por lo que debía contentarme con seguir las series de mi agrado en mi ahora ya viejo televisor y el, por esos días, sagrado cable mágico que, pese a no ser el recurso del que prescindía para ver CCS (es de las pocas cosas que le debo a la televisión nacional), le daba aquella nitidez necesaria a la transmisión para hacerla lo suficientemente disfrutable; y a que el dilema de aquellos días era otro y radicaba en la dificultad de estar atento del horario de transmisión para así no perderse ningún episodio; yo, en mi inmenso trauma, me las ingenié para, sin ganas de exagerar, ver por primera vez un anime sin faltar a ningún capítulo, sino que incluso repetir el deleite dos veces al día.
Ni siquiera a Dragon Ball pude mirarlo de manera continua.
La fuerte influencia que Cardcaptor Sakura tuvo sobre mi persona tiene que ver principalmente por la presencia de los dos protagonistas, de sus mismas personalidades y de las respectivas escenas que eran provocadas por su interacción. Por un lado, Li compartió conmigo lo que son sus cuestionables formas de reaccionar ante los sentimientos. Aquellas veces en las que se pierde el control y no se sabe qué hacer sin sonrojarse primero (aunque cuando la situación surge en RL es brutalmente inmanejable), o el simple hecho de confundirse por sus crecientes afectos, de mostrar sus celos sin mal canalizarlos (lo que cuesta eso último) y de, finalmente, ya dejando de lado el factor común de los anteriores elementos, el reunir el valor para confesarse. Por otro lado, Sakura es infinitamente culpable de mi inclinación por idealizar a las personas y por creer que todos siempre son buenos, que tienen las mejores intenciones del mundo y que siempre se van a portar bien conmigo, así como también de maravillar a la enésima potencia a la persona de quien gustase. El resultado de todo esto fue un adolescente que se rayaba fácilmente, idealizaba y luego, si bien empezaba reaccionando de esa manera por imitación, terminaba por realmente no saber cómo comportarse.
Me gustaría poder tener la libertad de transcribir aquellos resúmenes de los capítulos de la serie que fueron impresos en las páginas de los tomos 17 y 18 de la revista Sugoi, los cuales aún atesoro, debido a que es así como yo lo recuerdo e incluso eso es importante para mí; sin embargo, dado que dicha acción se encuentra en el límite entre mi fanatismo pseudo romántico y ciertas políticas del blog, he dictaminado que lo más apropiado es reservarme ese placer para mi solo disfrute y hacer uso de mis propias palabras para exponer de lo que trata el anime.
La vida de Sakura como capturadora de cartas empieza poco después de que sea atraída por los ronquidos de Kero hacia el sótano de su casa. Al ubicar el origen del extraño sonido, da con un libro que por alguna misteriosa razón, brillaba y que en su pasta tenía impresas las palabras "The Clow" y la figura de una bestia. Al tocarlo, la cerradura con la que contaba el raro ejemplar se abre como por reflejo y la pequeña se percata de que el contenido son unas cartas bastante peculiares. Tras leer el nombre de la primera ("The Wind") invoca sin querer su poder y un viendo huracanado hace su aparición arrojando el resto de la baraja fuera de su contenedor (de hecho, son teletransportadas fuera de casa). Al terminar el evento sobrenatural, la bestia guardián de las Clow Cards hace su aparición, aunque aparentemente ya sea demasiado tarde para que diga que estaba haciendo bien su trabajo.
Al mismo tiempo, pese a ya haber terminado la captura de todas las cartas Clow, eventos mágicos sobrenaturales se empiezan a presentar en los alrededores, siempre anunciados con la presencia del mago en cuestión. Aunque las dudas no podían ser resueltas ni siquiera con ayuda de los guardianes Yue y Kero, era necesario encontrar una solución a
La película, de hecho, se presentaría como parche para el "¿Y PARA CUÁNDO LA RESPUESTA DE SAKURA, EH, EH, EHHHH?" con que me dejó la serie. Antes de empezarla yo ya sabía esto, era justo, necesario, una obligación. Sin embargo, el cómo se desarrollaría era lo que me intrigaba y, todavía mejor que eso, el simple hecho de tan sólo imaginar nuevamente a los personajes en acción fue una idea que me enamoró desde antes de empezar. Había olvidado tanto, rayos, tanto, que ver después de siete años a Sakura me produjo una sensación todavía mejor que la que siento cuando como pie de manzana.
Y todo el mundo debe saber que amo el pie de manzana.
Con la partida de Eriol, el plan de demoler su casa para construir en su lugar un parque de diversiones (con montaña rusa y todo), proseguiría hasta su culminación. En pleno proceso, una carta Clow que se encontraba escondida en lo profundo de la vivienda comienza a presentar reacciones mágicas. ¿Qué significa y qué es lo que aquello implicaría? Pues con ello The Sealed Card inicia.
Haciendo uso de las cartas Sakura (que ya no de Clow), Tomoyo se las ingenia para tener una nueva oportunidad para grabar a Sakura: realizar una representación que involucrase tanto magia como un colorido vestido diseñado para su amiga. Al terminar de ver el video final, algunas escenas que no fueron usadas y que muestran a un Shaoran combatiendo al lado de la pequeña Kinomoto se exponen en la pantalla del televisor, lo cual pone sobre la mesa el tema acerca de la confesión del chico y los sentimientos que la protagonista desea confesar.
Los personajes siguen comportándose como siempre, reaccionando como toda la vida y recreando todas aquellas escenas que tanto extrañaba. El diálogo entre Sakura y su hermano al empezar la mañana siguiente me recuerda tanto al primer episodio que podría haber llorado. En fin, Tomoeda está de fiesta, a vísperas de una especie de festival que incluye una actuación a cargo de la clase de Kinomoto y sus amigos. A diferencia del año anterior en el que le tocó a Shaoran hacer de princesa (vamos, que esos fueron mis episodios favoritos), esta vez Sakura tendrá el papel principal, por lo que toca practicar, y mucho.
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Eso es todo en lo que respecta al contraste con mi vida, ahora me falta hacer un pequeño resumen de lo de la serie y luego finalmente hablar sobre la película. EDITO MÁS TARDE.
Con ello sucedido, Sakura será prácticamente engañada para realizar un contrato con Kero, y poco después se verá envuelta en su primera misión como chica mágica: sellar a la carta The Fly. Aunque reacia al inicio, eventualmente Kinomoto-chan empezará a, si no precisamente a disfrutar de su trabajo, a cumplirlo con diligencia y valentía. Tomoyo, la mejor amiga de la protagonista, descubrirá su secreto bastante pronto (en el capítulo dos) y será la encargada de proporcionarle trajes de combate diseñados para cada ocasión, así como de filmar las aventuras de la nueva cardcaptor. Más tarde harán su aparición Shaoran y su prima Meiling, el primero reclamando su derecho a ser quien haga suyas todas las cartas Clow dado su parentesco con el mago creador. Li será entonces el rival de Sakura en su carrera por sellar todas las cartas Clow.
Siguiendo su curso hacia el suceso final, Sakura y Shaoran dejarán poco a poco de competir por quién captura más cartas, para empezar a colaborar desde por necesidad, hasta por una naciente y creciente amistad que, sin darse cuenta, empezaban a experimentar. Luego de sellar la última carta, The Earth, el Juicio Final da inicio y Yukito, el chico de quien Sakura se encontraba enamorada, se transforma en Yue, el segundo guardián (el primero es Kero), y quien se encargaría de poner a prueba a los dos jóvenes poseedores de las cartas. El primero en intentarlo es Shaoran, quien es derrotado luego de usar insatisfactoriamente a The Time, la cual se encuentra bajo el control de la luna, símbolo del verdugo. El turno de Sakura se hace presente.
Sakura hace uso de The Wood, quien también se encontraba bajo la jurisdicción de Yue, volviéndose en contra de la cardcaptor y significando su derrota. En ese punto, la profesora Mizuki hace su aparición junto con un cascabel mágico, el cual, según explica, fue dejado por Clow para darle a la chica una segunda oportunidad. Al hacer uso del nuevo elemento mágico, el báculo de la chica mágica se transforma mostrando como símbolo una estrella. Sakura hace uso de The Wind, la cual también (qué carta NO se encuentra bajo el poder de Yue, díganmelo AHORA) se encuentra bajo el poder de Yue, sólo que esta vez él no puede devolver el ataque y es finiquitado por la pequeña Kinomoto. Yue, entonces, la declara la nueva ama de las cartas y de ellos, los guardianes, vencedora del Juicio Final.
Desde luego, a estas alturas Shaoran ya había dado señales de lo mucho que le gustaba Sakura, lo cual no haría más que enfatizarse hasta traspasar los límites de la obviedad tras la llegada de Eriol. El nuevo compañero de clases se mostraría inmediatamente interesado en la protagonista, haciendo uso de métodos muchos mucho más directos de los que cualquier japonés promedio se atrevería a usar (y sí, sé que Li no es japonés, ya), que van desde entregarle una flor, hasta besarle... la mano. Los celos de Shaoran alcanzan nuevos niveles cuando esto sucede. Y claro, Tomoyo gozaría con ello.