28 de noviembre de 2011

Boku wa Tomodachi ga Sukunai: No habrá turno para bañadores escolares

La confianza que se tiene entre los integrantes de un grupo permite la comunicación, eso es, la libre transmisión de las ideas entre unos y otros. Dependiendo de la forma de ser de cada quién, la facilidad con la que la persona se explaya y conversa con los demás varía a la medida. Habrá los que son extrovertidos y/o confianzudos, así como también se encontrará a individuos tímidos y retraídos. Con ello, es natural que frente a cada situación, habrá una reacción diferente de gente distinta, estableciendo una relación de muchos a muchos, la cual arroja una increíble cantidad de opciones. Por eso, no es posible señalar una manera correcta de transmitir la información salvo exigiendo siempre tener en mente los principios más básicos de convivencia y buenas costumbres, sobre todo en los límites de la confianza y en la manera apropiada de difundir el mensaje. Algo sí es cierto, si bien no todo lo que se piensa se va a comunicar —el criterio funciona como filtro—, existirán pensamientos que sí o sí se deben poner en palabras. Cuando, como y porque se tiene que hacerlo.

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De lo contrario...

Este capítulo ha sido raro porque normalmente aquellos días que incluyen un violento calor de verano son sinónimo de, o bien rostros recibiendo aire directo de un ventilador, o de una salida a la piscina cuyo único significado sea fanservice y mucha diversión. O quizá sea más apropiado decir fanservice, entonces, mucha diversión. Si es que se entiende. ¡Pero no! De pronto la serie quiso tornarse emo y arruinar la hermosa tarde de la mitad del staff incluso luego de ver a la pequeña Kobato en "su verdadera forma". Vamos, que la excepción no debía ser hoy. No obstante, se asume que es apropiado porque de es un momento perfecto para hacer resaltar la incapacidad de los personajes de llevar de buenas maneras una salida de amigos.

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La acción de Yozora y Rika tiene un trasfondo cuestionable, pero no quita el hecho de que habiéndolo expuesto de manera directa la respuesta del resto del Club de Vecinos hubiese sido distinta. Por otro lado, ¿se supone que Kodaka falló al no percatarse de lo grave que era el estado del par de chicas? Tiene que ser realmente complicado cuando se tiene que cuidar de un tipo como Yukimura —esa escena destruyó mi sentido de la orientación—. Aquí les falta un poco a todos, después de todo, siempre es posible replantear las actividades del día en función al estado de los participantes, o decidir abortar la misión pero tras un consenso evidente. Como sea, nadie se va a dar cuenta de la gravedad de la situación si es que no se lo comunica, y depender de la intuición o percepción de otros es síntoma de debilidad y de problemas de interacción. A ver, si Sawako pudo sobreponerse a ello, este grupo también puede hacerlo, y la solución no está en siempre ser soportado, sino en aprender a desenvolverse por uno mismo.

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Por otro lado —y aclaro que puede no estar directamente relacionado—, el malestar que se experimenta al estar rodeado de muchas personas puede deberse a dos motivos, o bien físico, como problemas al respirar por algo llamado asma o similares, o bien psicológico, al sentir una presión resultado del no estar acostumbrado al escenario. La desazón de Yozoya y Rika puede deberse a cualquiera de estos dos puntos, sino los dos, pero el que debería ser ciertamente controlable es el segundo. ¿A qué se debe esta sensación? Para simplificar, es culpa de la ansiedad. Ese sentimiento de inquietud imparable que agita el corazón y revuelve todo el organismo a la par de lo mal que se maneje, es el producto de la falta de experiencia de estar entre una gran cantidad de individuos. Esto, a su vez, es la consecuencia de una vida sin roce social, sin compartir con otros, sin salir lo suficiente a aquel mundo en el que otros semejantes se existen y se mueven cada día, un efecto del aislamiento del cual suelen aquejarse los hikikomoris, por ejemplo. El ejemplo más rápido sería el de Tatsuhiro Satou de Welcome to NHK!, quien se sentía acosado por las personas cuando ponía un pie en la calle. Sin embargo, como reitero, las razones de Yozora pueden haber sido distintas.

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Un violento resumen del episodio sería una Kobato evolucionando, Yukimura alimentando "con calidad" a la niña-monja que se termina desvistiendo en la calle por culpa de la manipuladora Yozora, la que, también, predice el final de un juego que Sena está ejecutando en el que un tiburón devora a la protagonista en una piscina, lo que de alguna manera u otra les brinda la idea de ir de paseo a un lugar similar —de preferencia sin peces asesinos—, en donde Yukimura pretenderá superar a Hideyoshi —Baka to Test— en su nivel de transformismo, Sena volverá a entrar en modo tsundere  y, finalmente, todo se arruinará por la conclusión expuesta en los párrafos anteriores.