La muerte es aterradora por diversos motivos. Con ello, no deja de ser el final que genera el concepto de descanso eterno. En la realidad, todos los seres vivos mueren, esto es por naturaleza —ying yang, eso—; pero en un universo en el que la aparición de seres inmortales es factible, se puede resaltar los papeles que juegan sus existencias y la comparación con el corto periodo de vida de un ser humano promedio. ¿La inmortalidad es dolorosa por el ver a los seres queridos morir uno tras otro? ¿Lo es por la condena al trabajo sin fin? ¿Es en todo caso realmente la juventud eterna algo de lo cual aquejarse? Lo cierto es que por sobre lo retorcidos que son esos dos primeros puntos, lo crítico del sistema establecido en Shakugan no Shana es el permanente conflicto entre Tomogaras y Flame Hazes. No importa qué tan larga sea la vida mientras ésta se pueda disfrutar. Se asume, por supuesto, desde el punto de vista de un mortal.
Será Yuuji quien salve a Shana, pues.
El primer paso es recordar los sentimientos que experimentaban hasta ese entonces aquellos que podían recordar al joven mystes. No se puede hablar de su familia por el resultado de la desaparición de la existencia, y, de entre todos sus amigos, está claro que quienes se vieron más afectados por el proceso de aceptar que Yuuji se había esfumado como persona eran justamente Shana y Kazumi. Las razones son conocidas. Las pruebas eran concluyentes: fotos modificadas, recuerdos de terceros alterados, ningún rastro de que Sakai Yuuji haya estado en ciudad Misaki alguna vez. Exactamente los mismos hechos que solían acontecer cuando la existencia de una antorcha se extinguía. Pero entonces, ¿por qué era tan difícil dejarlo pasar? Habían en realidad dos razones para continuar creyendo, primero porque los motivos detrás de la desaparición del portador del reiji maigo estaban envueltas en un misterio, eso es que no hubo señales de ningún tipo de ataque, ningún mensaje, nada anormal; y, segundo, por aquellas cartas que regresaron a las casas de sus respectivas emisoras. Aún por sobre ello, la esperanza amenazaba con esfumarse cuando se ponían estas últimas evidencias cargadas claramente del factor emocional, frente a los otros signos lógicos y cargados de consecuencialidad —si sucedió esto es porque ha pasado previamente aquello, es por defecto— que apuntaban a lo contrario. Y ya cuesta aceptar perder a un ser querido, es más complicado aún cuando no se tiene claro si en realidad pasó.
Lo segundo es identificar a quien se tiene en frente. ¿Es realmente Yuuji con quien se está conversando? Dejándose llevar por la apariencia se puede concluir que sí, pero qué tan fiable es esa información en un universo en el que los poderes mágicos existen. Apoyándose en el nivel de percepción de Kazumi, ella lo reconoce debido a la voz de Shana en los primeros minutos del episodio. La verdad es que no entiendo cómo, ya que la tsundere flame haze entra en contradicciones bastante pronto —algo como "no, tú no eres Yuuji" y luego del ataque combinado de Wilhelmina y de Margery-san suelta un "¡Yuuji!"—, así que la balanza se inclina a favor de la aprobación solamente guiada por la sincera relación que había entre Shana, Kazumi y Yuuji, aquel triángulo amoroso que en este punto resulta más confiable que cualquier otra prueba inexistente. Sairei no Hebi es el nombre del dios de la creación quien en esos momentos comparte el cuerpo con el mystes. Sus poderes demuestran que sí se encuentra a un nivel distinto a los de todos los enemigos con los que hasta ese entonces se han enfrentado y que no miente al decir que se puede comparar incluso con Arasu Toru-san.
En este proceso de identificación cuesta comprender las intenciones de Yuuji, no porque no se preocupe por explicarlas, ya que su resumen es claro, sino por sus acciones. ¿Era necesario hacer colapsar mentalmente a Margery cuando con el poder con el que Sairei no Hebi contaba podía noquearla físicamente y entonces llevarse igualmente a Shana? ¿Por qué usar la fuerza si sus intenciones son correctas? ¿Cree que no podrá hacerse explicar? ¿Es muy grande el plan? ¿Ambiguo? ¿Discutible? Hasta qué punto Yuuji controla las acciones de su cuerpo en estos momentos. El llevarse a Shana, ¿es una solicitud personal, es parte del objetivo último o es sólo algo que él decidió? Si el dios de la creación y él comparten los objetivos, eso es que si su meta es salvar a Shana apoyándose en una reestructuración de las reglas, entonces podría estarse hablando del antiguo plan de Sairei no Hebi, aquel por el cual fue arrojado al abismo. ¿En qué consistió? ¿Qué es lo que pretendía? ¿Y a qué coste? La verdad es que lo único cuestionable es el ataque sobre Margery-san, se puede asumir que Yuuji tendrá una conversación más pausada con Shana más adelante, pero destruir las razones de vida de una persona no es algo demasiado noble. Salvo que, por supuesto, confiase en que ella había alcanzado ya otros motivos además de su odio hacia aquel ser para existir, algo más por lo cual luchar y entonces reducir todo este golpe psicológico a un apoyo para pasar página y que, en su momento, fue efectivo en la batalla. No sería raro, la verdad, después de todo es justamente en eso en lo que Sakai era bueno, ¿no?
Entonces, llega la escena con Kazumi, ya para aclarar todo y dar por terminado el triángulo amoroso con el que se había jugado durante dos temporadas enteras —y más, pero vamos con lo principal—. Si la elección de Yuuji no había quedado clara con lo acontecido esa noche en navidad y tampoco con la demanda de llevarse a Shana con él, la seriedad con la que se dirigió esta vez a Yoshida-san fue certera. Con esto, está claro que no habrá más slice of life en el curso final. "Cualquier cosa que hagas será mejor que quedarte aquí"; ¿en qué momento Yuuji alcanzó ese nivel de seguridad al transmitir sus ideas? Posiblemente luego de la conversación con su padre y después de superar el berrinche de "ya tomé mi decisión así que nada más me importa" de la temporada dos. El cambio se le nota, le pega bien y sirve para que todo avance bien. Muy bien.
