21 de noviembre de 2011

Chihayafuru: Ahora florece dentro del noveno palacio

Posiblemente Chihaya ya había nacido con un par de atributos imprescindibles para ser buena en la karuta: un oído agudo y unos reflejos veloces. Y es un hecho que quien le llevo a descubrir la pasión por el juego no fue otro sino Arata tras aquella tarde lluviosa después de clases. Sin embargo, entre contar con un don por defecto y conseguir los resultados mostrados en el torneo por la clase A, la joven Ayase cumpliría con marcar la diferencia, eso es, por su determinación y su constancia. Esta victoria, clave por dos motivos, es, por un lado, una recompensa por su duro trabajo, y, por otro, la excusa ideal para retomar aquel contacto con su inspiración inicial. El detalle del desbarajuste se encuentra en que el tiempo presenta ciertos desafortunados eventos que suelen alterar el flujo lineal de los deseos y las intenciones de las personas. Chihaya se estrellaría contra una distante, fría y desconocida voz.

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Hay ciertas circunstancias, sí.

Al término del largo flashback inicial, resultado de los recuerdos de Chihaya luego de su reencuentro con Taichi, la motivación de la protagonista por crear aquel club de karuta contaba ya con una justificación; y, mientras que uno podía comprender con mayor gracia los aparentes celos de Mashima-kun, la pregunta sobre el destino de Arata permanecía flotando en el aire. Entretanto la revelación de este misterio se retrasaba más, uno podía ir despejando o bien la ruta del last boss —en la que Wataya-kun sería el último adversario a derrotar—, o la del "algo ha sucedido, qué puede ser", la cual finalmente resultó ser la correcta. Sin embargo, lo que se tenía claro era el camino que habían elegido los otros dos personajes principales. Chihaya había pasado toda su secundaria jugando karuta, superándose cada día, participando en torneos y reforzando sus ya naturales dotes para el juego —a excepción de la memoria, por supuesto—. Taichi, por su parte, había procurado seguir el consejo de su madre y dedicarse a desarrollarse en lo que podía ser el mejor. Después de todo, ¿cómo poder estar al nivel de Arata? El tenso torneo por la clase A expone la afición de Chihaya por la karuta, su pasión y el nivel alcanzado a la fecha.

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Chocolate Sign!

Taichi tiene novia, pero ella no significa nada para él. Esto puede resultar cruel —de hecho, lo es—, pero es una verdad irrebatible para el espectador. Se puede asumir que es de esas relaciones que empiezan porque la oportunidad se presenta, no porque en realidad se sienta esa retorcida necesidad por comenzar algo. Muy parecido a lo de "no tengo motivos para decir que no". Apenas se sabe algo sobre la enamorada del muchacho, salvo que es de las personas que no desperdician saliva pronunciando sílabas si pueden evitarlo —Ta-kun es una contracción curiosa—. O bueno, no. Los sentimientos de Mashima-kun por Chihaya no son tema reciente, sino que se les puede citar desde los días de escuela elemental, siendo estos los motivos innombrables que encajan a la perfección para explicar el mal comportamiento de Taichi frente a Arata, el cual sobrepasa los márgenes del "lo hago porque soy pequeño y no me doy cuenta" para convertirlo en un "por todo eso y por motivos personales". Celos y frustración al estar ante una situación similar a la que la karuta representa para él, la incapacidad de contar con la certeza de resultar victorioso. Eso es que Taichi sabe que va a perder, que no puede ser el mejor ante los ojos de Chihaya —o al menos se ha convencido de ello por el momento—. Posiblemente la respuesta se halle en la misma karuta, aquello que puede convertirse en su mayor reto y que puede significar el impulso para acercarse a Ayase-chan de forma definitiva o lo suficiente para realizar un movimiento suicida que le facilite paz a su corazón —sin saltarse el desastre, claro, pero eso ya se verá—.

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Arata fue claro. "No vuelvas a llamar". Desde luego, lo que interpretó Chihaya fue muy distinto, más bien un "ven, necesito ayuda". Aunque más que eso, se encontraba angustiada ante la idea de permitir que el recuerdo que tenía del chico de lentes se desmoronase sin que ella hiciera algo por evitarlo. Nuevamente guiada por sus impulsos, decide ir en su búsqueda con la esperanza de despertar en él la pasión por la karuta que años atrás le mostrase a ella. El reencuentro es complicado, sumado a la ansiedad y a lo poco que hay dentro de la cabeza de la chica, pese a contar inocentemente con toda la razón del mundo, la falta de tacto es evidente. No se presenta con un llamado a la reflexión, sino con la intención de superponer sus ideas correctas —no por soberbia, sino por simple pureza de pensamiento— a una persona que se encuentra sumida en la oscuridad durante un tiempo prolongado. La reacción de Arata es violenta y las razones —que bordean el cliché— son certeras. Ambas actitudes cuentan con su justificación y la probabilidad de que se ceda en la brevedad es ínfima, de hecho, no sucede; no obstante, la convicción de Chihaya llega a tocar de alguna manera el corazón de Wataya-kun, sobre todo porque él mismo sabe que su amor por la akruta permanece allí. Con un poco de retardo, mientras Taichi y su crush se encuentran ya en el tren camino a casa, Arata cumple con devolver la sonrisa y la esperanza a la joven a quien alguna vez inspiró. No se menciona en ningún momento un traslado del tipo, pero tarde o temprano —y tal como ellos ya lo han mencionado—, siempre que sigan jugando y apunten a ser los mejores, llegarán a encontrarse. Además, que se junten en condiciones apropiadas parece inevitable.

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Para recordar: "No quería que vean en lo que me he convertido".

Tras el retorno a casa, los intentos de Chihaya por formar el club de karuta continúan. Como se sabe, el mínimo de integrantes para formar "una brigada" es cinco —fuente: muchos animes escolares vistos—, así que la introducción de nuevos personajes es un mandato. La primera en presentarse es la pequeña —y traumada con los termas tradicionales— Kanade. Siendo su admiración por los poemas muy diferente al de Chihaya y compañía, esto no evita que decida unirse al club, no sin antes verificar que la estima que le tiene Ayase-chan a la karuta es tal como para interesarse por algo más que lo meramente competitivo —vamos, el mismo drama de pokemon sólo que con objetos inanimados—. O bueno, no. El segundo —y último hasta la fecha— es Tsutomu. Inteligente y estudioso, relegado al segundo lugar por el mismo Taichi, no siente ningún deseo de participar en el club. Este negado interés por las actividades extraeducativas no se limita a la karuta, sino a todo lo demás. Sin encontrar nada más en lo que destacar, procura intentar ser el mejor en lo que es bueno, buscando de alguna manera u otra la aceptación de sus compañeros de clase. Esta idea es hasta cierto punto muy similar al pensamiento que reprime a Taichi. Luego de una intensa discusión en la que Ta-kun no puede evitar proyectarse, la frase que expone el cambio de pensamiento del chico y lo que termina de convencer al último miembro del grupo, es lo de "es duro, pero sigo jugando; sigo perdiendo, pero aún juego".

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Es necesario que la conformación del grupo se concrete pronto y que Arata se presente o algún otro torneo dé inicio a la brevedad. Vamos, que lo que más enciende de la serie es el aire competitivo y cargado de pasión de los enfrentamientos. ¡Exijo rivales ya! Y eso.