21 de octubre de 2010

Jugando —o sufriendo— I wanna be the guy (Parte 4 y 5)

Lo planeado era hacer videos de diez minutos y ya, pero el juego muchas veces gusta engancharme en alguna parte determinada y no lo hace de buena manera, sino que usa espinas, espinas para perforarme cada parte de mi jodida humanidad. Y lo que consigue no sólo es dañar al personaje del videojuego, sino que atraviesa también la pared de la realidad y me agrede física y mentalmente (hay que ver qué tipo de daño físico puede ocasionar un juego así), dejándome muchas veces inestable y ciertamente alterado (las aves que se escuchan de fondo en algunos videos saben muy bien de esto último). Éste fue el caso de estas últimas dos partes del recorrido: espinas.





Debí llegar a Dracula en veinte minutos, pero no lo hice. Sin embargo, he progresado bastante y de seguro en el próximo video le patearé su inmortal trasero. Desde luego, él pateará el mío unas veinte veces antes. ¡Pero le patearé, sí!