3 de octubre de 2010

Mi infierno personal 5: I wanna be the GB

Normalmente me despertaba más avanzada la mañana. Acostumbrado al horario de estudios del turno tarde nunca tuve que preocuparme por poner un despertador a las seis y, además, estaba de vacaciones. Sin responsabilidades temporales, ¿por qué abandonaba la cama tan pronto? Calculo que tenía unos once años por esos días, la habitación de la casa de mi abuela era más amplia y todavía usábamos el camarote cuando pasábamos el fin de semana en ella, las vacaciones de verano sólo significaban una cosa en esa época: jugar.

Y, para ello, había que levantarse temprano.

Ésta será la penúltima, si no la última entrada sobre I wanna be the GB dependiendo de qué tanto tarde en vencer al último boss, es decir, o lo derroto alguna vez en mi vida o nunca jamás. Todavía me tengo fe, sobre todo porque hace unos días me di el tiempo para jugar una vez más el I wanna be the guy y finalmente derrotar a The Father, que ya llevaba tiempo estando cerca de ganarle, pero nunca le dedicaba el esfuerzo necesario (y vaya que se necesita esfuerzo) para finiquitar el duelo.

Considero que ése ha sido el resultado del difícil (pero muy difícil) y retorcido recorrido a través del universo I wanna be the GB, ya que, después de vencer fácilmente al topo, el juego se tornó un tanto más complicado. Sólo un poco más. Y, a pesar de ello, logré superar todos los jefes menos uno (que me falta el último), desde un niño gordo que me llenaba el escenario con enemigos que me disparaban y acosaban mientras que invocaba un montón de rayos asesinos que aparecían justo en donde yo me encontraba; pasando por un Mario bastante raro que me daba mala vibra; y luego un murciélago raro que me sonaba a un pokemon indeterminable y cuyo patrón de ataque llegué a odiar; hasta lo que ha sido un penúltimo boss bastante sencillo A.K.A. Wario con sólo una parte curiosamente problemática.



Tardé un poco en encontrarle el timing; sin embargo, una vez hecho, sólo tuve que refinar mi técnica para derrotar al coso ese. Disparar rápido y nunca quedarse quieto era lo que se necesitaba para vencer al niño lanza rayos. Pero lo que más odié fue a esas criaturas que me perseguían y no hacían más que estorbar.



El Mario raro me parecía imposible. El rebote de las bolas fue algo que aprendí a esquivar bastante rápido situándome en el bloque de la derecha, pero una vez que daba por iniciado su patrón de ataque final, las púas se convirtieron en un castigo. Al final decidí apostar por los disparos tranquilos, es decir, sólo atacar cuando Mario esté a la izquierda de tal manera que me diera tiempo de saltar al suelo y así eludir las espinas a tiempo. El resto fue repetir el ciclo una y otra vez.



Aunque no parezca que fuese tan rápido, cuando jugaba contra él, el murciélago parecía alcanzarme de una esquina a la otra en menos de un segundo (exagerando, claro), más que nada cuando aparecían todas esas púas de abajo hacia arriba. Tardé muchísimo en aprender a esquivar sus ataques, en controlar mi salto por reflejo (debido al cual morí como cien veces por irme de cara contra las hojas que me lanzaba), en descubrir en dónde ubicarme para que sea más o menos seguro golpearle sin morir en 2 segundos (esta vez sin exagerar). Una vez pillado el punto, lo maté un par de veces seguidas, ya que se me tenía que ocurrir morir junto con él culpa de mi salto por reflejo, el cual creía ya haber superado. Su debilidad era su bajo HP, definitivamente.


Éste es el único video en el que usé cortes. De hecho, es la primera vez que pauso mientras estoy grabando, así que en los primeros intentos estuve cerca de morir en el momento en el que despausaba el camtasia. Morí una vez, sí. Wario es fácil, es sólo que en el escape, porque literalmente esta parte del juego se trata de escapar, hay un pequeño salto que es bastante molesto. Sino, díganselo a Vardoc. Luego de un oops, logré pasar esta etapa y llegar al penúltimo sector, lo de tetris, el cual ya terminé y pues, ahora sólo me resta el final.

A ver qué tal me va.