7 de diciembre de 2010

Shiki: Prólogo de un Contraataque

Con la historia de Shiki avanzando, cada capítulo nuevo me dejaba pensando en lo muy idiotas que son los habitantes de ese pueblo. Tras la muerte de Natsuno, toda la esperanza recayó en el doctor Ozaki, pero lo cierto es que éste, al igual que el ya difunto adolescente no ha podido hacer mucho. Y esto no se debe precisamente a su ineptitud, que es todo menos eso, sino al desquiciante escepticismo de la aldea.



Yuuki tenía que regresar, no porque haya sido obvio según la historia, sino porque su muerte fue demasiado vana como para ser definitiva. De esta manera, desde hace un par de capítulos, se puede ver al joven como un no muerto más. Las dudas que me atravesaron desde el principio fue si el chico en cuestión había ya atacado a alguien, si estaba del lado de los shikis o, de no ser así, cómo se las estaba ingeniando para sobrevivir. La visita del orejitas a la casa de los Natsuno aclararía este stuff.



En primer lugar, el padre de Yuuki ha claramente colapsado. Eso es, está demente. En segunda instancia, está claro que el Natsuno adolescente no está del lado de los shikis, de hecho, eso quedó en evidencia en una conversación entre él y Toshio en un episodio anterior, pero, entonces, siendo de esta manera, ¿cómo podría un no muerto sobrevivir por su cuenta? Y, lo más curioso, ¿cómo hacerlo sin atacar personas? Natsuno no es, entonces, un no muerto del tipo vampirezco, él es, de hecho, uno del sub género hombre lobo, los cuales pueden vivir alimentándose con comida humana si lo desean. El orejitas, entonces, le hace quedar claro que no le matará sólo por órdenes de Sunako, pero que más le valdría no entrometerse.




Por otro lado, Toru descubre lo indignante que es saber que no eres tan buena persona (o ya, ahora no precisamente persona) como creías. Ritsuko ha revivido, entonces, y se niega a alimentarse. En este punto, no me extrañaría que su apariencia de santa cambiara con violencia en un próximo capítulo, pero habrá que esperar para ver si resulta ser así.



Ozaki, por su lado, termina cediendo al lado oscuro. Aparentemente frustrado por la actitud del pueblo hacia la inocultable verdad, accede a ser mordido. Comprensible, pero sin dejar de resultar cuestionable dadas las esperanzas depositadas en él tras la desaparición de Natsuno. Una vez bajo el control de Chizuru, se le es ordenado destruir toda prueba de la existencia de los shikis, cosa que obedece sin rechistar. Sin muchas opciones para Sotoba en general, la historia del fin de la población de la aldea continúa su inevitable transcurso.