No he podido responder todavía acerca de cómo rayos hizo Castle para inmovilizar y retirar a Beckett de la escena cuando Montgomery enfrenta a Lockwood. Se supone que ella es la policía y él, el civil. No obstante, ya no se puede pretender cambiar el desenlace, el capitán murió protegiendo a Kate —eso es, ocultándole información—, pero su reporte a los agresores llegó con retardo y la detective protagonista recibió aquel tiro en el pecho en plena ceremonia de defunción. Castle alcanza a exclamar un "te amo". No es que sea precipitado, no dadas las circunstancias, pero ése fue un grito desesperado, si bien cargado de sentimientos verdaderos, sólo factible en una situación cuestionable como ésa. Entonces, de superarse la delicada condición, ¿cuál sería la reacción? En adición, si con todo lo ocurrido antes del disparo ya se podía oler una distorsión en el horizonte de la musa policía, ¿qué tanto afectaría su norte este último incidente? Pues algo se quebró en ese instante. Y, mencionando lo de quebrarse...
La crisis en el hospital era inevitable, un drama que se tenía que filmar para darle consistencia a las emociones de los personajes. La frustración, preocupación, culpabilidad, ira, desesperación, tristeza y demás, todo mezclado dentro de un ambiente cargado, una escena en la que pese a saber cómo iba a terminar la operación, permitía al espectador apreciar qué tan profundos, reales y firmes son los lazos de cada una de las personas presentes con Katie. Por supuesto que todo sale bien, ése era un hecho, no importase qué tanto suspenso hayan intentado ponerle, pero lo aterrador es siempre lo que viene luego, eso que se caracteriza por ser impredecible, por estar sujeto a la decisión de los guionistas ya que no destruye el núcleo de la historia, pero sí que decide el nuevo curso: la reacción después de la intervención.
Y sucedió, aquello por lo cuál realmente era importante este primer episodio, aquel encuentro funesto entre un Castle cargado de ansiedad y una Kate que había pensado demasiado. ¿Exponer sentimientos correspondidos o no era lo mejor? O hacer como si nada hubiese pasado, como si no se recordase lo dicho era la opción adecuada. Kate no tenía por qué confesarse, no tenía por qué decir si ella sentía lo mismo o si no, ya que no es un anime de adolescentes en la secundaria. Aún con ello, Castle, como serie en sí, califica dentro del terreno de las comedias románticas con una muy buena puntuación, sea que haya sido para sazonar el día a día con esa tensión sexual entre los dos protagonistas, la relación de estos dos adultos es uno de los temas principales del drama-comedia en cuestión. Inicialmente, entonces, Kate decide no dar la cara, es decir, esquivar la bala que puede esquivar. Después de todo, era ello o una temporada cargada de profundización —de la directa y aceptada— de la mente y pensamientos de la detective, intentando explicar, detallar, corregir y sanar aquello que le impedía proceder a algo que aparentemente le ofrecía la felicidad. Beckett elude ese destino porque es lo que le permite proteger su intimidad, porque es lo más seguro y cómodo, muy de seguro agregando un "por el momento" o un "hasta que solucione lo de mi madre", y al mismo tiempo resuelve que lo mejor es alejarse de Richard.
El siguiente escenario es la vuelta a la acción. Presentando a la nueva capitán, la rígida Gates, quien entra en el perfil del típico jefe duro al principio, pero que se ablanda con el tiempo. O eso parece ser, pero sinceramente espero que sorprenda un poco más. O muera, lo que sea preferible. Dos puntos a resaltar, tanto el reencuentro entre Rick y Kate, como el choque contra el nuevo trauma de la detective con las armas y los disparos. Lo primero es relevante porque, por sobre lo de "todo se soluciona conversando" y lo de "terminé con mi novio el cirujano", se libera la entrada indirecta al interior de la cerrada Beckett, esto con la referencias a muros, heridas y fuertes impresiones de la infancia. O bueno, no precisamente así, pero está claro que a Kate le agrada mantener el control, por lo mismo que le preocupa volver a salir lastimada, por lo que se entiende su necesidad de frenar lo que consideraba precipitado y sólo traer el tema de manera muy indirecta y sutil cuando se sintiese preparada y sólida como para responder a lo que se presentase.
Lo segundo es sobre la respuesta de Kate frente al primer sospechoso del asesinato de turno —señalar que con sólo dos personajes presentados, apenas hubiese un giro de eventos, si no antes de ello, ya se sabía quién era el culpable—: el cuerpo temblando, las palabras sin salir, la incapacidad de someter al sujeto en frente, la ausencia de esa energía que irradia toda persona con su presencia. Esto es comprensible, pero pecando al saltarme hasta casi la última escena, la resolución "en acción" no fue la esperada. De acuerdo, Castle suelta una arenga pobre y el asesino cede a velocidad luz demostrando una fragilidad universal enteramente incompatible con la mente criminal que se supone hay que tener para esconderse bajo una cama, drogar a las víctimas, pegarle siete tiros a la chica, inculpar al amigo, esconderse nuevamente mientras la asesinada se desangra sobre él y luego escapar y acusar a su propio compañero con la policía. ¡Vamos, que esto ha sido ridículo! Pero es de esos puntos críticos en donde uno tiene que rellenar los vacíos o corregir mentalmente los errores que por cuestión de tiempo o de —no quiero decirlo— dirección se producen de vez en cuando. Lo que se trasmite es a un Rick sirviendo de soporte para una Kate que necesita apoyo, esto sucede en el momento justo, cuando tiene que ser y como tiene que ser. Lo bueno es lo correcto de la definición, la presencia de Kate frente a un psicólogo delatando así que, aún superado el momento, queda todavía un camino para pasar sobre el daño real: aquello que está dentro en los recuerdos.
Además, es ahí cuando se revela que la detective no había olvidado la confesión de Castle.
